Capítulo 47 — ¡Confía en mí!

Dolor. Estaba por todas partes.

El olor a plata quemaba en mi nariz, espeso y sofocante. Mi cuerpo se sentía pesado, cada movimiento más lento que el anterior. Mis garras cortaban a los hombres de Erik, pero no importaba cuántos derribara, más seguían llegando. Y cada rasguño, cada herida—no se est...

Inicia sesión y continúa leyendo