Capítulo 17 — Basta

El silencio en la sala de conferencias presionaba contra mis oídos después de que los demás se hubieran ido, tan denso que devoraba cada respiración. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, cada latido frenético y ruidoso, un tambor que seguramente la Anciana Thora podía escuchar. Ella dejó su libr...

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