Capítulo 23: El peso de las elecciones

El vino era suave en mi lengua, dulce con una agudeza oculta que permanecía mucho después de tragarlo. Estabilizó mis manos, pero no la tormenta en mi pecho. Las palabras de la Anciana Thora resonaban en mí—Te veo por quien eres. No permitiré que te entierren más.

Respiré hondo y dejé mi copa, tr...

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