Capítulo 58 - La verdad duele

La Anciana Thora se agachó frente a mí, sus manos firmes mientras me ayudaba a ponerme de pie. Mis piernas temblaban, débiles por la dislocación y el grito que había desgarrado mi garganta, pero su agarre era firme—tranquilizador.

—Tranquila, niña—murmuró, mientras su mayordomo se acercaba. Se moví...

Inicia sesión y continúa leyendo