Capítulo ocho

Mientras estamos sentados en nuestra mesa comiendo y hablando, esa sensación espeluznante vuelve a recorrer mi columna vertebral.

Desconecto la conversación y dejo que mis ojos se deslicen por la zona de comidas. Nada parece fuera de lugar. No hay ninguna amenaza obvia. Pero Thelma me había enseñad...

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