Epílogo 4: Riley
Soy la hija ilegítima del Alfa, y el destino ha tejido para mí un camino de espinas y luz de luna.
Cuando miro hacia atrás en el río de mi vida, esos días tumultuosos se han convertido en fragmentos de memoria. Una vez creí que el estatus de sangre lo determinaba todo, una vez anhelé poder y posición, una vez me disfracé por los intereses de mi familia. Yo, Riley Hayes, he llevado la corona de Luna dos veces, he sido marcada bajo la luz de la luna dos veces, pero he recorrido dos caminos completamente diferentes.
Mi primera marca vino de Kassak, el poderoso Alfa de Bloodclaw. Sus ojos eran como ámbar, su fuerza como montañas, su ambición como la noche interminable. Antes de partir hacia el territorio de Bloodclaw, visité en secreto a Noah, el doctor humano que entendía a las criaturas sobrenaturales. Nunca olvidaré la mirada preocupada en sus ojos cuando me entregó el frasco de píldoras, y su recordatorio en voz baja: —Recuerda tomarlas diariamente, sin falta.
Esas pequeñas píldoras blancas se convirtieron en mi única línea de defensa. Cada vez que las tragaba, Storm aullaba dolorosamente dentro de mí. Ella anhelaba la descendencia de su compañero, deseaba cumplir el propósito más primitivo de una loba madre. Pero mi mente racional me decía que no podía permitir que la línea de sangre de Kassak echara raíces en mí.
Soporté las protestas de Storm, soporté el deseo en cada día de marcaje mensual, manteniendo mi identidad de espía con frialdad calculada. Incluso en nuestros momentos más íntimos, una parte de mí siempre permanecía alerta.
Se suponía que yo debía ser su trofeo conquistado, pero me convertí en el principio de su caída. Nunca olvidaré esa noche, cuando la luz de la luna era plateada y la sangre era como fuego, cuando recité el antiguo ritual de separación, sintiendo cómo los lazos en las profundidades de mi alma se rompían uno por uno. Ese dolor fue suficiente para hacer caer de rodillas al hombre lobo más fuerte, pero yo me mantuve firme—por mi hermana, por la manada Moonshade, y por mi propia alma.
Kassak murió en el campo de batalla, llevando consigo su odio y confusión hacia mí. Nunca entendió que el verdadero poder no se trata de conquista, sino de elección.
El río de la vida nunca deja de fluir. Pensé que caminaría para siempre sola con las cicatrices de esos recuerdos, hasta que Claude Lewis, el Alfa de la manada Pine Shadow, se acercó lentamente a mí con su aroma tan calmado como un bosque de pinos. No tenía la agresión de Kassak ni esa necesidad sofocante de control. Me dio tiempo, me dio espacio, me dio algo que nunca había tenido antes—respeto.
Convertirme en la Luna de Claude fue la segunda oportunidad de mi vida, y el regalo más gentil del destino para mí.
Ahora, el atardecer en el territorio de Pine Shadow siempre es hermoso, atravesando los altos pinos y cayendo sobre el suelo de madera de nuestra cabaña. Me siento en la mecedora de roble que me dejó mi madre, una mano acariciando suavemente al gato gris que descansa en mi regazo, la otra descansando tranquilamente sobre mi vientre hinchado. Allí, nuestro hijo está creciendo, una nueva vida que Storm finalmente puede recibir con alegría. Esta vez, no hay píldoras blancas, no hay miedos secretos, solo anticipación y amor.
Mi vientre está ligeramente redondeado, lo suficiente como para notar la pequeña vida dentro de mí. Storm descansa pacíficamente y contenta en mi interior, su felicidad fluyendo como un cálido rayo de sol por todo mi cuerpo. Esta es una imagen que la antigua yo no podría haber imaginado: un hogar seguro, una pareja confiable y un hijo verdaderamente deseado.
—¿En qué piensas, ma chérie, con esa mirada tan perdida en tus pensamientos?— La voz de Claude viene desde detrás de mí, suave y melódica con ese toque de acento francés que he llegado a amar.
Antes de que pueda girarme, el sutil aroma de flores silvestres frescas se mezcla con su fragancia a pino y tierra. Aparece a mi lado, presentando un pequeño ramo de lupinos morados atados con una simple cinta de cordel. —La ofrenda de hoy de nuestro bosque— dice con una sonrisa gentil, colocándolos en el jarrón sobre la mesa lateral—el mismo jarrón que nunca permanece vacío.
Cada día desde que supimos del embarazo, ha traído diferentes flores: ayer lirios de montaña, antes rosas silvestres. Las flores son seguidas por el calor de sus labios en la parte posterior de mi cuello, quedándose el tiempo suficiente para enviar un agradable escalofrío por mi columna.
Su mano descansa ligeramente en mi hombro, el toque tierno y reverente, luego desliza su brazo en una caricia suave antes de entrelazar sus dedos con los míos sobre mi vientre. El anillo en su dedo atrapa la luz del sol que se desvanece, haciendo juego perfecto con el que yo llevo.
—Pensando en el camino que hemos recorrido— sonrío, sin necesidad de girarme para sentir su presencia. —Y en el futuro que estamos a punto de recibir.
Claude presiona suavemente nuestras manos juntas, como si enviara un saludo a nuestro hijo a través de nuestra piel. Esta simple intimidad me da una sensación de seguridad y felicidad sin precedentes.
Una vez, pensé que el poder significaba conquistar el mundo; ahora, sé que el verdadero poder es mantener la paz interior durante las tormentas. Una vez, anhelaba ser una figura legendaria; ahora, valoro cada amanecer y atardecer ordinario.
Soy Riley, la hija ilegítima del Alfa, una loba que se convirtió en Luna dos veces, pero lo más importante, soy yo misma. En esta pequeña cabaña de madera, en el amor de Claude, en el movimiento del niño en mi vientre, en el ronroneo perezoso de este gato gris, he encontrado algo más precioso que cualquier poder o posición—la felicidad más genuina en una vida ordinaria.
La luna aún se eleva, el bosque permanece en silencio, y nuestra historia continúa.
Nota del Autor:
Hola a todos, ¡muchas gracias por leer hasta este punto! Con esto, todo el libro ha llegado a su fin, y los viajes de todos los personajes han concluido. Sin embargo, seguiré escribiendo nuevas historias, ¡y espero volver a encontrarnos!
