Capítulo ciento veintidós

Mi mente seguía repitiendo la imagen de los aldeanos anteriores con sus filas de dientes irregulares.

—No harás ningún progreso si no lo haces.

Así que cerré los ojos una vez más y dije —Hola— al aldeano que estaba más cerca de mí. La pequeña persona levantó la vista, y me sorprendió ver el mismo ...

Inicia sesión y continúa leyendo