Capítulo dieciocho

—¿Dagen? Mis pies empiezan a doler. Eras un bailarín tan bueno antes, ¿pasa algo?— La voz de Nydia me sacó de mi ensimismamiento.

—Mis disculpas, querida. Es un asunto de estado que tiene mi mente preocupada— fue mi respuesta.

No estaba seguro de por qué había mentido. Ni siquiera sabía que había ...

Inicia sesión y continúa leyendo