Capítulo ciento ochenta y dos

La casa tenía un ambiente acogedor. Le recordaba a la casa de la tía Halle. El hombre le ofreció una silla que aceptó a pesar de sí misma. Le ofreció algo de beber, pero solo tomó agua.

—¿Los niños? —preguntó Regina. No estaba interesada en hacer amigos allí. Quería encontrar a sus hijos y volver a...

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