Capítulo doscientos diecisiete

Reginald no dudaba de las palabras de Lady Lowell. Se necesitaba alguien con un ojo agudo y un sentido refinado del estilo para notar los pendientes que había visto antes. Desde la forma en que se vestía hasta las joyas que llevaba, estaba claro que tenía un gusto impecable.

Lady Lowell era una muj...

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