Capítulo doscientos veinte

Siempre que Harlin necesitaba despejar su mente, visitaba a Roman, su maestro de esgrima. Normalmente se sentía mucho mejor después de practicar con Roman, pero hoy nada parecía funcionar.

—¿Algo te preocupa, hijo? —dijo Roman después de haber practicado durante una hora. Podía notar que el joven p...

Inicia sesión y continúa leyendo