Capítulo doscientos sesenta y tres

Lady Lowell pensó que era una pregunta bastante extraña. Sin embargo, no necesitó pensarlo mucho.

—No —y con esa respuesta salió de la habitación.

Horas después, cuando Lady Lowell fue a ver a su esposo por mera cortesía, vio que su herida había sido destrozada como si alguien lo hubiera apuñalado...

Inicia sesión y continúa leyendo