Capítulo doscientos noventa y cuatro

—¡Tía Em! No estamos planeando nada peligroso, lo prometimos —aseguró Reginald a su tía.

—Siempre hacen promesas para romperlas —dijo ella, mirándolos con desconfianza. No confiaba en ellos en absoluto. Había caído en sus promesas demasiadas veces.

—¿Cuándo puedo ir a casa? Quiero ver a la tía Ali...

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