Capítulo trescientos quince

—¡Eso es absurdo! —dijo uno de los ministros nobles con indignación.

—Me gustaría organizar una velada aquí e invitarlos a venir —dijo Reginald, ignorando el comentario absurdo.

—No podemos permitir eso —dijo uno de los otros nobles.

—Entonces creo que tenemos un problema con el heredero al trono...

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