Capítulo treinta y cuatro.

La pesadez que mantenía mi cabeza en su lugar desapareció de inmediato al alarmarme con esta información.

—¿Envenenada? ¿Qué quieres decir con que fui envenenada? —estaba alarmada. Planeaban acabar con mi vida después de que hubiera dado a luz al heredero. ¿Por qué Lady Nydia quería acabar con mi v...

Inicia sesión y continúa leyendo