Capítulo ochenta y cinco

Había un tono anaranjado gradual del atardecer cuando entramos por las puertas del palacio. Los céspedes bien cuidados y las fuentes bellamente esculpidas ya me estaban aburriendo, aunque había estado fuera durante dos meses. Se estaba oscureciendo, las sombras se alargaban en el patio, pareciendo m...

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