55. Lenguas afiladas.

El salón brilla bajo la luz de las arañas de cristal, todo demasiado perfecto, demasiado calculado, como si la elegancia de la noche fuese solo un disfraz que no logra ocultar la tensión que palpita entre nosotros tres. Me siento en la mesa larga, rodeada de copas llenas y sonrisas falsas de descono...

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