58. Así que te gusta que te traten como propiedad.

Me miro en el espejo del baño de la mansión y lo primero que veo no son mis ojos cansados ni mi boca aún enrojecida por los besos, sino las marcas. Líneas rojizas en mi cuello, en mi pecho, en mis muslos. No son casuales, no son caricias que el tiempo borrará rápido. Son recuerdos grabados con inten...

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