CAPÍTULO 23

Mis dedos rozaron su barbilla con brusquedad, obligándola a mirar mis ojos.

—Eres mía—dije, mi voz firme, aunque el peso de su resistencia me carcomía.

—No... nunca—sacudió la cabeza con fiereza, su desafío ardiendo en sus palabras.

Exhalé lentamente, pasándome una mano por la cara, tratando de s...

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