Capítulo treinta y cinco

—¿Qué quieres decir con que él no me merece? —pregunté, tratando de mantener mi ritmo cardíaco bajo control. No quería darle ninguna razón para pensar que lo que dijo me emocionaba, cuando en realidad me aterrorizaba. Me sorprendió no sentirme excitada por el miedo como normalmente lo haría. ¿Quizás...

Inicia sesión y continúa leyendo