Capítulo setenta y dos

—¿Estás bien, gatita? —preguntó Damien, apoyándose en un brazo para mirarme, sus ojos azules llenos de amor y felicidad mientras me observaba.

'Dios, ¿podría este hombre dejar de ser sexy por dos segundos? Estoy tratando de estar enojada contigo, maldita sea.' pensé, recordándome que él aún no sa...

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