CAPÍTULO CIENTO ONCE

El coche de Rocco se aleja mientras Isabella sigue saludando con la mano. Ella se acaricia el vientre y tiene una gran sonrisa en el rostro. Su vientre. En los días que pierdo la batalla conmigo mismo y vengo aquí, me obligo a no mirar debajo de su pecho.

Su sonrisa se desvanece como suele hacerlo ...

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