La tormenta interior: el dilema de Cedric

Cedric irrumpió en su habitación, su rostro contorsionado de ira. Tiró su muleta al suelo en un arrebato de furia, y Gideon lo siguió de cerca, con sus heridas aún frescas de la pelea. Los ojos de Gideon estaban bajos, avergonzado de su derrota a manos de una oponente femenina.

—¿Cómo se atreve a d...

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