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BRADLEY

—Alfa, el coche está listo— dijo Elías en cuanto entró en la oficina. Su rostro era una máscara inexpresiva, como si intentara desesperadamente ocultar algo.

—Saldré en un minuto— lo despedí. Si era tan cobarde como para guardar sus pensamientos, lo dejaría hacerlo.

—Sí, Alfa— su respuest...

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