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BRADLEY

El primer golpe de nudillos contra mi puerta me obligó a quedarme quieto y en silencio. Miré el reloj que estaba en mi mesita de noche, y confirmó que aún no eran las 7am. Eso y sabía que la persona al otro lado de la puerta no era uno de mis guardias.

La segunda vez que llamaron, deci...

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