En el templo

Raziya dudó. Odiaba su estado de impotencia. No podía gritar pidiendo ayuda.

—Sabes cuánto odio repetirme —advirtió Jagger.

Raziya tragó saliva; soltó el botón en cámara lenta, tomándose su tiempo.

Jagger sonrió con malicia, disfrutando del espectáculo. Le encantaba ver a Raziya indefensa. Quería...

Inicia sesión y continúa leyendo