Capítulo 28

Parecía que hablar las cosas con él no iba a ser suficiente; ella necesitaba tomar medidas más drásticas.

El sol de la tarde era perfecto, e Isabella y Amelia estaban sentadas en el mirador del jardín, tomando café y admirando las flores. Era una imagen de tranquilidad.

—Mamá, tu camelia dorada es...

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