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Pov de Eira

Draven me dijo que no lo hiciera.

No lo dijo con enojo ni con fuerza. Nunca lo hacía cuando se trataba de mí.

Estaba en la puerta de la sala de guerra esa mañana, con los brazos cruzados sobre el pecho, la mandíbula apretada, los ojos tormentosos como nubes de trueno. —Es una mala ide...

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