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El frío mordaz de la guerra se siente en el aire, incluso bajo las relucientes lámparas del salón de guerra.

Me siento en la cabecera de la larga mesa de mármol, brazos cruzados, mandíbula apretada, rodeado de hombres cuyas manos están manchadas de sangre y cuyas lenguas gotean estrategia. Las pare...

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