26: Siglos de fracaso.

La bestia se sentó con las piernas cruzadas en el suelo a unos pocos pies de distancia. Agradecí que se sentara aparte, no justo al lado mío, porque el hedor a carne podrida realmente empezaba a afectarme. Aife se sentó junto a él, su mano sosteniendo la garra, negándose a soltarla.

No tenía idea d...

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