CONFESIONES

A medida que las risas se desvanecían, una sensación de resignación se asentó. Sabía que no había escapatoria—tenía que enfrentar la verdad de frente. Con una oleada de determinación, reuní el valor para abordar la pregunta apremiante que flotaba entre nosotras.

—Jess, ¿cómo te sientes? ¿De verdad?...

Inicia sesión y continúa leyendo