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Isabella

Desgarró mi armario con una velocidad que no sabía que tenía, pasando por cada percha hasta que se decidió por algo.

Después fueron los zapatos, y luego los accesorios. Una vez armada, me empujó al baño y gritó: —¡Cinco minutos!— mientras cerraba la puerta de un golpe.

Pasé más de cinco ...

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