Es al revés

Mi estómago se hundió y mantuve mis ojos firmemente en mi regazo.

—¿Piensas que soy una puta, verdad?

Ella tiró de mí hasta que volví a mirarla a los ojos.

—¡No! Deja de decir eso. No eres una prostituta, una puta, ni ninguna de las otras cosas asquerosas que sé que están pasando por tu mente aho...

Inicia sesión y continúa leyendo