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—¡Papá! —chilló Addison, corriendo a los brazos del pelinegro, quien la alzó sin el menor esfuerzo, una sonrisa genuina iluminando su rostro—. Viniste por nosotros.

—Les prometí que lo haría, y aquí estoy —dijo él, correspondiendo a su abrazo con ternura.

—¿Nos vendrás a buscar siempre? —inquirió ...

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