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Arthur, tendido en el asfalto, gemía de dolor. Se llevó una mano a la mandíbula, que seguramente comenzaría a hincharse en cuestión de minutos, y luego a la nariz, de la que un hilo de sangre comenzaba a brotar. Su mirada, llena de resentimiento y humillación, se clavó en Leander, pero la impotencia...

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