Solo otra grieta en la pared

Nathan

Todavía olía a humo. Incluso en lo profundo de la montaña. Mi piel también lo llevaba, humo y sangre, seca y rígida a lo largo de mis brazos y pecho, pegada a los rasguños que no me había molestado en limpiar. Algo de eso era mío, la mayoría no.

Mi ropa no había sobrevivido la transformación...

Inicia sesión y continúa leyendo