Perdón

Uriel

El suave toque en mi barbilla levantó mi cabeza ligeramente. Mis párpados se abrieron al ver a la mujer que tenía delante. Mamá estaba allí con su bonito vestido blanco de verano y su corona de laurel dorada favorita en la cabeza. Sus ojos tenían esa misma calidez que solía conocer cada mañan...

Inicia sesión y continúa leyendo