No hay otra opción

Las palabras resonaron mal en el cerebro de Nina. Y sus cejas se fruncieron en una confusión más profunda mientras miraba al hombre que se proclamaba a sí mismo como un dios. Despreciaba su rostro. La forma en que la miraba condescendientemente, como si ella fuera una niña y él un padre abusivo. Pod...

Inicia sesión y continúa leyendo