Capítulo 23

Zayden

Observé cómo se detenía y luego le abría la puerta como el perfecto caballero.

¡Maldito bastardo!

Mi sangre hervía; me moría por golpear algo, preferiblemente su cara.

Ella le sonrió. Llevaba un vestido ajustado azul, el que le compré. Le quedaba perfecto.

Sabía que lo hacía a propósito, incl...

Inicia sesión y continúa leyendo