Capítulo 32

Lillian

Era un desastre resbaladizo y caliente. Zayden sabía cómo usar su lengua, explorando lugares que no sabía que eran sensibles.

Agarré su cabello grueso, presionando su cara contra mi coño mientras arqueaba mi espalda de placer.

—¡Ahh, Zayden!— grité, mi mente borrosa de éxtasis.

—¡Más despaci...

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