CAPÍTULO 198

Inhalo temblorosamente, tratando de concentrarme, y el calor de sus manos y el tirón constante de su voz me arrastran de vuelta desde el borde del pánico.

—En este momento —murmura, su pulgar trazando círculos lentos y deliberados en el interior de mi muslo—, solo estamos tú y yo. No hay guerra. No...

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