Destinos enredados

El cuarto giraba mientras acortaba la distancia entre Cleopatra y yo. Sentía cómo mi agarre en su brazo se apretaba al tomarla con fuerza, llevándola a una habitación vacía.

Ella me siguió en silencio, con el rostro inexpresivo.

—¿Jugando un pequeño juego ahora, Cleopatra?— gruñí, mi voz sonaba má...

Inicia sesión y continúa leyendo