La confrontación

Me levanté tan pronto como esas palabras salieron de su boca.

—¿Qué? —pregunté.

—No quiero que estés cerca de mi manada para la hora de la cena —respondió, sin mirarme a los ojos y entrando al baño.

Me quedé allí parada, toda sudada y con el vestido arrugado. No, no, no. ¡No puedo volver así! Por...

Inicia sesión y continúa leyendo