Epílogo

Isaac Calland

"¡ISAAC CALLAND!" Quise reír cuando escuché a Linnea gritar mi nombre desde nuestro porche. Salí de la casa y la encontré mirándome enojada con las manos en la cintura.

"¿Sí, amor?" pregunté y ella señaló el coche nuevo.

"¡Devuélvelo!"

"No puedo devolverlo, lo pagué ayer," dije sonrien...

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