Capítulo veinte

La mandíbula se me cayó de la sorpresa al escucharle decir eso.

—Está borracho, señor— logré decir mientras intentaba ayudarlo a levantarse.

—No, Meria, no estoy borracho... sé exactamente lo que estoy diciendo... realmente te amo— eructó ruidosamente.

Un escalofrío recorrió mi espalda mientras m...

Inicia sesión y continúa leyendo