Capítulo treinta y dos

Mia se rió de él y corrió a esconderse detrás de su hermana.

Damon le sonrió y se dio la vuelta para irse, pero Meria lo detuvo invitándolo al menos a una taza de café.

—No, estoy bien —dijo mientras bajaba las escaleras.

—¡Gracias! —gritó Meria, y Damon le hizo un gesto de despedida sin mirarla....

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