Capítulo 154 La musaraña

—¡Estás infringiendo la ley!— grité, sentada en el suelo, con el trasero adolorido y las lágrimas corriendo por mi rostro sin control.

Zanna salió de la habitación, cerró la puerta y me miró con desdén. —Di lo que quieras, pero no te irás hasta que consiga ese divorcio.

—Zanna, le contaré a Samuel...

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