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—¡Arg!

Danica gritó mientras lanzaba su teléfono al otro lado de la habitación. Luego, se pasó las manos por la cabeza con furia.

Sus ojos estaban llenos de lágrimas contenidas mientras fruncía el ceño amargamente y apretaba los puños con fuerza.

—¿Cómo se atreven a reprogramar la reunión por tercer...

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