Una dosis de su propia maldad

Al escuchar los gritos que provenían de la cocina, Zayn y Lili corrieron inmediatamente hacia allá.

—¡Maldita sea! Esto tiene que ser obra de Mariana. ¿Es que no puede pasar un solo día sin que esta mocosa cause un problema? —espetó Zayn, enfurecido.

—¡Ay no! Yo tuve la culpa… —dijo Lili, con voz ...

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