La maldad de emily no tiene límites

La noche avanzaba lentamente en la cabaña, envuelta en el murmullo de la lluvia y el crujido de la leña encendida. Nick y Mariana permanecían abrazados en el sofá, compartiendo una manta gruesa mientras el ambiente cálido los acunaba.

—Gracias por todo esto —susurró ella, apoyando la cabeza en su p...

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